B.B. King: El Inmortal Legado del “Rey del Blues” a Diez Años de su Partida
El próximo mes se cumplen diez años desde la partida de Riley B. King, mejor conocido por todos como B.B. King. Pocos artistas pueden jactarse de haber revolucionado un género y, al mismo tiempo, de haber trascendido fronteras estilísticas y generacionales. Pero en el caso de B.B. King, es casi una obviedad decir que su influencia abarca no sólo el blues, sino también buena parte de la música moderna del siglo XX y XXI. A lo largo de casi siete décadas de carrera, este hombre nacido en una plantación de Mississippi se convirtió en un referente ineludible, con un legado que sigue resonando con la misma intensidad hoy que durante su apogeo.
En este artículo, exploraremos la vida y obra de B.B. King, para así honrar la figura de quien, con su inseparable guitarra “Lucille”, marcó un antes y un después en el género. También haremos hincapié en la admiración que el llamado “Rey del Blues” sintió por otro gigante como Muddy Waters, y repasaremos cómo su influencia se extendió a rockeros, cantantes de pop e incluso a la cultura contemporánea. Finalmente, cerraremos con la recomendación de un playlist en Spotify que captura la esencia de su arte, y que todo curioso o amante del blues debería escuchar.
1. Raíces en Mississippi: del campo a la ciudad
Riley B. King vino al mundo el 16 de septiembre de 1925 en la plantación Berclair, cerca de la ciudad de Itta Bena, Mississippi. Su infancia no fue sencilla: la vida rural del sur de Estados Unidos, marcada por la segregación racial y la precariedad económica, acompañó sus primeros años. Hijo de aparceros, creció recogiendo algodón bajo el sol y sumergiéndose en las canciones espirituales de la iglesia. Ese fue su primer contacto con la música: los cánticos religiosos y el góspel que servían de catarsis comunitaria.
Siendo muy joven, descubrió que la radio podía llevarlo a otros mundos, y se enganchó con las transmisiones de programas de country y blues. La guitarra entró en su vida como un salvavidas: con un viejo instrumento que apenas lograba afinar, empezó a imitar los sonidos que escuchaba, intentando captar los fraseos emotivos que provenían del delta del Mississippi, donde figuras como Charley Patton o Robert Johnson habían trazado el camino del blues rural. Sin embargo, sería la llegada de un primo lejano, el predicador y cantante de góspel Bukka White, la que sellaría definitivamente el rumbo musical de Riley. White vio el potencial del joven y lo animó a viajar a Memphis, epicentro de la música negra en ese entonces, para que se enfrentara cara a cara con el nuevo blues urbano.
2. De Riley a “Beale Street Blues Boy”
Ya en Memphis, Riley comenzó a trabajar en la emisora WDIA, una de las primeras estaciones de radio del país en ser operada por y para la comunidad afroamericana. Allí debutó como DJ y cantante bajo el apodo de “Beale Street Blues Boy”, que luego se fue acortando hasta convertirse en “B.B.”. Este periodo fue esencial para pulir su estilo. Conoció de cerca el rhythm and blues, y descubrió a artistas que enfatizaban la electrificación del blues. El delta quedaba atrás, y King se aventuraba hacia una sonoridad más urbana y eléctrica, alineada con la escena de Chicago y otras grandes urbes.
A finales de la década de 1940, B.B. King ya era una figura conocida en la escena local, moviéndose con soltura en los clubes de Beale Street, la calle más emblemática de Memphis en cuanto a música afroamericana. Fue entonces que grabó sus primeros sencillos para sellos independientes. De a poco, se corría la voz de que en Memphis había un guitarrista con un estilo particular: repleto de bends, vibratos inconfundibles y un fraseo vocal-guitarrístico que derretía al público. Fue durante este tiempo cuando la “conversación” entre su voz y su guitarra —que más tarde llamaría “Lucille”— comenzó a florecer como sello distintivo.
3. La consagración y el bautismo de Lucille
Hay una anécdota que se repite cuando se habla de B.B. King: la vez que en un club se desató un incendio a causa de una pelea entre dos hombres por una mujer llamada “Lucille”. King, en un acto temerario, volvió a entrar al edificio en llamas para rescatar su guitarra. Esa guitarra se convirtió, desde entonces, en “Lucille”. El episodio, aunque dramático, se transformó en una especie de mito fundacional del artista, reforzando la relación simbiótica entre músico e instrumento. Lucille no era solo un pedazo de madera y cuerdas, era la voz alterna de B.B. King, capaz de susurrar melancolía y rugir furia.
En los años 50, B.B. King comenzó a cosechar éxitos en la lista de R&B con temas como “3 O’Clock Blues” y “You Know I Love You”. De pronto, aquel joven que había salido de Mississippi con solo un puñado de ilusiones se convirtió en el “Rey del Blues”. Su reputación empezó a expandirse por todos Estados Unidos, y no tardaría en traspasar fronteras. A diferencia de otros grandes del blues, como Howlin’ Wolf o Willie Dixon, King se volvió un ícono de versatilidad. Pasaba de baladas reflexivas a piezas totalmente entregadas al desenfreno rítmico.
Mientras tanto, la música popular experimentaba grandes transformaciones. El rock and roll irrumpía con Elvis Presley y Chuck Berry, y el R&B evolucionaba hacia una corriente de pop-soul. B.B. King se mantuvo firme a su estilo, pero sin rehuir de la innovación. Sus conciertos se convirtieron en verdaderas ceremonias, con orquestas amplias, secciones de metales y arreglos exquisitos que realzaban su guitarra solista.
4. Admiración por Muddy Waters y otras influencias
Uno de los puntos más interesantes de la historia de B.B. King es su respeto hacia la tradición del blues y hacia quienes lo habían precedido en el camino. En múltiples entrevistas, King mencionó el impacto que tuvo Muddy Waters sobre su propia formación musical. Aunque provenían de entornos similares (Mississippi) y ambos fueron estandartes del blues, cada uno desarrolló un enfoque distinto.
Muddy Waters era más apegado a la crudeza y al sentimiento rural, aunque trasladó esa esencia a Chicago para electrificar su sonido. B.B. King, por su parte, refinó la estructura melódica, con un tono más “elegante”. Pero en más de una ocasión admitió que sin Waters, sin su característico “mojo” y esa manera de cantar con el corazón en la mano, su propia carrera habría sido muy distinta. De hecho, King no dudaba en reconocer que la fortaleza y el carisma escénico de Waters ejercían en él una enorme inspiración.
Además de Waters, King también expresó devoción hacia artistas como T-Bone Walker y Lonnie Johnson, quienes le mostraron la senda a seguir en la guitarra eléctrica. Fue T-Bone Walker el que le abrió la puerta a un estilo más sofisticado, con big bands y toques de jazz que se filtraron en el blues. Aun así, la singularidad de B.B. King radicó en su timbre vocal conmovedor y la inconfundible forma de “hablar” con Lucille. Ese vibrato, esa forma de resaltar ciertas notas con un bend inimitable, fueron su carta de presentación ante el mundo.
5. Del blues al rock: su influencia en la música moderna
El auge del rock en los años 60 y 70 se llevó a muchos artistas del blues a segundas filas, excepto a B.B. King, quien obtuvo el reconocimiento de jóvenes guitarristas británicos y norteamericanos deseosos de aprender del “abuelo” del blues. Eric Clapton, George Harrison, Keith Richards y Jeff Beck, por nombrar algunos, lo citaron como influencia directa. Si The Beatles y The Rolling Stones trajeron a escena su propia versión del rock & roll con raíces en el R&B, la figura de B.B. King representaba, a su modo, la fuente pura de la que bebían.
King no se quedó encerrado en su zona de confort. Aceptó invitaciones para tocar con artistas de rock y pop, colaboró con músicos de soul y llegó a incursionar en eventos multiculturales donde se mezclaban géneros como el jazz, el funk y hasta la electrónica en algún que otro experimento. Este espíritu abierto fue clave para que la obra del guitarrista permaneciera vigente. Su álbum “Live at the Regal” (1965), grabado en Chicago, se considera uno de los más grandes registros en vivo de la música popular. Allí, su entrega escénica y la respuesta enfervorizada del público dejaron al descubierto el puente que B.B. King había construido entre el blues tradicional y las nuevas generaciones.
Posteriormente, vendrían colaboraciones icónicas como la grabación junto a U2 en la canción “When Love Comes to Town” (1989), que actualizó la presencia de B.B. King en las listas de éxitos y mostró al mundo del rock que la juventud y la veteranía podían coexistir con naturalidad. Eric Clapton, uno de los alumnos más devotos del maestro, sería otro cómplice que daría lugar a un disco memorable: “Riding with the King” (2000), en el que ambos unieron fuerzas para celebrar la universalidad del blues.
6. Anécdotas y colaboraciones memorables
Para entender la magnitud de B.B. King, basta con ver los nombres que pasaron por su escenario o que lo invitaron a grabar. Además de Clapton y U2, recordemos colaboraciones con artistas tan diversos como Bobby “Blue” Bland, Etta James, Willie Nelson o Elton John. Incluso aparecía en programas de televisión, donde seducía a la audiencia en un horario familiar con su personalidad carismática y su aura paternal.
Una anécdota curiosa sucedió durante un encuentro en la Casa Blanca, cuando B.B. King fue invitado a un evento con otros exponentes del blues. Dicen que el presidente de turno, fascinado por la calidez que emanaba el músico, terminó pidiendo una interpretación extra. B.B. King no dudó en sacar a relucir su generosidad y su profesionalidad: siempre estuvo dispuesto a tocar para una sola persona o para un auditorio repleto de fans, con la misma pasión. Él vivía para la música y sentía al público como su familia.
Un punto que vale la pena resaltar es que, a pesar de su gran popularidad, B.B. King no se apartó del todo de sus orígenes humildes. Nunca olvidó su infancia en el campo, ni las vicisitudes de ser afroamericano en un país que tardó décadas en reconocer los derechos civiles de su población negra. Era consciente de que el blues había nacido como un grito de libertad en medio de la opresión, y procuró honrar esa esencia.
7. El ocaso y la despedida
B.B. King continuó dando conciertos casi hasta el final de sus días. Se calcula que brindó hasta 250 presentaciones por año en su momento de mayor actividad, lo cual es un récord impresionante. Este ritmo frenético de giras y la avanzada edad —que superaba los 80— empezaron a pasar factura a su salud. Sufrió diabetes y otras complicaciones que finalmente lo llevaron al ocaso de su carrera.
El 14 de mayo de 2015, en Las Vegas, B.B. King falleció a la edad de 89 años, dejando un vacío inmenso en la historia de la música. Su muerte fue noticia mundial, y artistas de todos los géneros lamentaron la pérdida. Ese hombre de porte sereno, que siempre sonreía con modestia, se había convertido en la representación viva del blues, el puente entre generaciones y el ejemplo de cómo se puede conectar con la esencia de un género y, al mismo tiempo, trascenderlo.
A casi diez años de su partida, las notas que B.B. King sacaba de su “Lucille” siguen sonando en escenarios de todo el planeta, gracias a los muchos guitarristas que adoptaron su estilo, y a los incontables fans que mantienen encendida la llama del blues.
8. El legado y la semilla del blues para el futuro
El legado de B.B. King no solo se mide en número de discos vendidos o en premios (poseyó 15 Grammy, más todos los reconocimientos y entradas a Salones de la Fama que recibió), sino sobre todo en la huella que dejó en la música contemporánea. El rock, el pop, el R&B, el soul e incluso el hip-hop han bebido de la fuente blues, y B.B. King fue uno de sus principales embajadores. Es significativo que, aunque sus raíces estén en un género tan aparentemente “clásico”, su impronta se note hoy en riffs de guitarristas jóvenes que fusionan rock y electrónica, o en bandas de pop que integran secciones de metales con influencias del blues.
Por otro lado, la figura de King sirve como inspiración para entender que la música es un lenguaje humano universal. Su anécdota con Muddy Waters —de quien sentía una profunda admiración— pone de manifiesto la importancia de reconocer a los predecesores, a quienes sembraron el campo para que otros cosechen. Así como King tomó las riendas de lo que Waters, Robert Johnson y T-Bone Walker habían establecido, las generaciones siguientes lo hicieron con él. Es una cadena inquebrantable que mantiene viva la raíz afroamericana del blues y la mezcla con la visión particular de cada época.
Hay quienes afirman que el blues está en crisis, que es un género en extinción. Sin embargo, cada cierto tiempo surge una nueva oleada de músicos y festivales que renuevan la fe en su vigencia. De Los Ángeles a Londres, de Nueva Orleans a Tokio, el blues tiene su público, y el nombre de B.B. King siempre emerge como referente máximo.
9. Playlist recomendado de B.B. King
Para quienes deseen sumergirse en la esencia musical de B.B. King, existe un playlist oficial de Spotify llamado “This Is B.B. King”. Incluye sus grandes clásicos y colaboraciones memorables, capturando distintos momentos de su larga trayectoria. Aquí les dejamos el link de acceo directo al playlist. Desde “The Thrill Is Gone” hasta “Riding with the King” (con Eric Clapton), pasando por versiones en vivo en el Regal y grabaciones más modernas, es un compendio excelente para quien quiera entender por qué se le conoció como “El Rey del Blues”.
Esta lista no solo reúne sus éxitos en solitario, sino también colaboraciones que muestran la versatilidad de King. Cada tema es una pieza del mosaico que le dio fama y admiración mundial. A la hora de explorarlo, se aconseja escucharlo sin prisas, imaginando a King en uno de sus conciertos multitudinarios o en algún club íntimo de Beale Street, siempre con esa sonrisa cómplice que precedía sus solos inmortales.
10. Diez años sin el Rey del Blues
A una década de su fallecimiento, el nombre de B.B. King sigue resonando en cada escenario donde se toca blues, rock o jazz. Su historia es un relato de superación personal, de conexión profunda con el público y de un amor inquebrantable por la música. Él no inventó el blues, pero sin duda lo elevó, lo expandió y lo universalizó.
El “Rey del Blues” supo abrazar las raíces que Muddy Waters y otros gigantes sembraron, y fertilizó un paisaje musical que influiría en gigantes como Eric Clapton, Jeff Beck, Stevie Ray Vaughan, U2 y muchos más. Cada una de sus presentaciones fue un tributo al género que nació en los campos del Mississippi y, por extensión, un canto a la vida, a la pasión y a la autenticidad. El mundo, en retribución, le otorgó una corona que nunca perdió: la del artista que probó que, con un puñado de acordes y un vibrato inconfundible, se puede llegar al corazón de millones de personas.
Así, B.B. King permanece como uno de esos pocos que, sin haber aspirado a la fama explosiva de las estrellas pop, conquistó el respeto unánime de la crítica, los músicos y el público general. Sus interpretaciones, llenas de calidez y humanidad, seguirán seduciendo a quienes busquen la verdad en cada nota. Si algo nos dejó su historia es la certeza de que el blues, ese lamento ancestral y apasionado, vivirá mientras exista un oído dispuesto a escucharlo y una guitarra que anhele cantar.




